¡SEAMOS AGRADECIDOS!
Richard Serrano

La Biblia cuenta de diez leprosos que fueron sanados, de los cuales solo uno volvió a dar gracias (Luc. 17:11-19). Por cierto, regresó el que menos se pensaba que lo haría, un samaritano. Impresiona hoy la poca disposición de la gente para agradecer, incluso a Dios. La gratitud es un valor que debe ser cultivado por los seguidores de Jesús.

La gratitud es un signo de humildad. La gente soberbia no agradece. Se necesita de un corazón sencillo para reconocer los favores recibidos. La gente agradecida no tiene problema en admitir que todo lo bueno que tiene viene de él (Sant. 1:17). ¿Qué tenemos que no hayamos recibido? ¡Seamos agradecidos!

La gratitud es una manera de expresar adoración a Dios. Es la respuesta positiva al reconocimiento de que solo él merece nuestra honra y alabanza. “Doy gracias a Dios, a quien rindo culto con limpia conciencia como lo hicieron mis antepasados…” (2 Tim. 1:3). Agradecer es una manera de decir que nos debemos a él, que él es nuestro Dios: “Mi Dios eres tú; a ti te daré gracias. Oh Dios mío, a ti te ensalzaré” (Sal. 118:28).

La gratitud es una manera de testificar: “¡Den gracias al SEÑOR! ¡Invoquen su nombre! Den a conocer entre los pueblos sus hazañas” (1 Cro. 16:8). Vivir agradecidos es vivir testificando. Por nuestra gratitud, la gente puede ser invitada a mirar a aquel que nos colma de favores y misericordias. Pensemos en los tantos favores materiales y espirituales que él nos ha dado. ¡Seamos agradecidos!

Probablemente uno de los puntos más contradictorios de la gratitud, en la vida del cristiano, sea este: “Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tes. 5:18). La gratitud debe expresarse en todo tiempo y circunstancia. Comúnmente damos gracias solo por lo bueno, pero debemos hacerlo incluso por lo que no parece bueno. En cualquier situación, Dios sigue siendo Dios. ¡Seamos agradecidos!