HIJOS LEALES DE UN DIOS FIEL
Richard Serrano
“El ser humano nunca se excede en su lealtad”. (Francisco Garzón Céspedes) La fidelidad es la cualidad que hace a alguien digno de confianza. Tiene que ver con la entereza, la coherencia, la firmeza y la constancia en el sentir, en el pensar y en el actuar.
La fidelidad de Dios debe ser nuestro modelo de fidelidad. “Para siempre es su misericordia, y su fidelidad por todas las generaciones” (Sal. 100:5). Él cumple lo que promete. No cambia, sigue siendo el mismo. Su amor es firme y constante. Sigue siendo fiel, aunque nosotros circunstancialmente no lo seamos.
¿Puede imaginar una relación que valga la pena, sin fidelidad? Se espera que los esposos se tributen fidelidad (Heb.13:4). Los amigos deben permanecer fieles a ese afecto con el paso del tiempo: “Hay amigos que uno tiene para su propio mal, pero hay un amigo que es más fiel que un hermano” (Prov.18:24).
¡Qué decir de nuestra lealtad al Señor! “Porque no te postrarás ante otro dios, pues el SEÑOR, cuyo nombre es Celoso, es un Dios celoso” (Éxo.34:14). Muchos ídolos pugnan por ganar nuestra lealtad. No solo se trata de espíritus caídos o imágenes impresas, talladas en madera o forjadas en metal. Tiene que ver también con los ídolos del egoísmo, el consumismo y la falta de compasión. Tristemente, muchas veces, aunque no nos inclinemos ante imágenes, corremos el riesgo de levantar altares al trabajo, a las riquezas y a los placeres de esta vida.
En esta vida, nos debemos al Señor en todo. Dios nos ayude a ser hijos fieles suyos: “Ahora bien, lo que se requiere de los mayordomos es que cada uno sea hallado fiel” (1 Cor. 4:2). Que cada día, Dios y nuestros semejantes, vean en nosotros personas dignas de confianza. Que al final, podamos oír estas palabras: “Su señor le dijo: ‘Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré…’” (Mat. 25:23).